Desde el mes de abril, en casa somos uno más. Porque Inés es exactamente eso, un miembro más de la familia.
Siempre he escuchado que el perro es el mejor amigo del hombre/mujer y doy fe de ello. Pero no sólo es quizás el amigo más fiel que podamos tener, os sorprendería saber la cantidad de beneficios relacionados con el bienestar emocional y la felicidad que generan.
Está comprobado que los perros conectan con las emociones humanas. Inés sabe perfectamente cuándo estamos tristes o contentos por lo que se podría decir que muestra empatía con nuestros sentimientos.
A su vez, los perros ayudan a que los niños sean más responsables ya que, al menos en nuestra casa, son mis hijas quienes se encargan de sacarla por las tardes y darle alguna vez de comer. Saben que, en cierta forma, Inés depende de ellas.
Hay quienes afirman que tener una mascota reduce considerablemente el estrés y la ansiedad. De lo que no cabe duda es que pueden ser un pilar importantísimo para aquellas personas que han perdido un ser querido o tiene que superar un trauma importante.
Y por último, hay estudios que aseguran que los niños que conviven con perros son mucho menos propensos a padecer alergias porque al tener que convivir con más bacterias, sus sistemas inmunes se refuerzan considerablemente.
Nosotros ya no concebimos la vida sin la pequeña Inés. La queremos muchísimo porque, entre otras cosas, el cariño que nos brinda es inmenso. Nos sentimos muy afortunados de que haya entrado en nuestras vidas.
Y si me preguntáis sobre los pros y contras de tener un perro en casa, sin duda alguna, os contesto que los pros ganan por mucho a los contras. Podría definir a Inés como una fuente de alegría y cariño inagotable. De hecho, muchas veces en casa comentamos que «faltaba Inés».